martes, 10 de septiembre de 2013

Los cuarenta días del Musa Dagh-Franz Werfel




LA NOVELA COMO ÚLTIMA ESPERANZA

El genocidio armenio, un tema terrible, duro y espinoso, la matanza de estos hombres a manos de los turcos a principios del siglo XX, compone la obra maestra literaria de Franz Werfel. Una novela vibrante y sólida, un monumento a la historia literaturizada, un desarrollo magnífico para narrar unos acontecimientos tan terribles como descarnados. Y todo ello, haciendo gala de un enorme oficio de narrador, controlando los tiempos, los cambios de escena, con ritmo y aliento, con bríos que no desaparecen en su autor, ni en el interés de sus lectores, a lo largo de las 838 páginas de tan extenso trabajo.

Werfel brilla alto en algunas de sus obras, como la musiliana o törlessiana Reunión de bachilleres, junto a la La canción de Bernadette y Una letra femenina azul pálido, todas ellas, en uno u otro sentido, muy recomendables, abarcando una amplitud de registros que se mueven desde el ya mentado Musil hasta el polifacético Zweig. Escrita en 1933, Los cuarenta días del Musa Dagh señala la cota más elevada alcanzada en su literatura, y consagra a Werfel como un escritor con una de las novelas más importantes del siglo XX.

El libro aborda la resistencia de una porción de la comunidad armenia en 1915, refugiada del exterminio turco alrededor del Monte de Moisés, o Musa Dagh, cerca de Antioquía. En sus laderas, se defenderán cerca de cinco mil hombres, marcados y condenados a morir como resultado de la política genocida abanderada por Mehmet Talaat, ministro turco del Interior, e Ismaíl Enver, ministro de la Guerra, con la excusa de la Gran Guerra que se había desencadenado en Europa y en virtud de ciertos intereses geopolíticos de Turquía. Estos asesinatos raciales llevaban tiempo produciéndose, desde mucho antes, pero la Gran Guerra vino a dotarlos de una legitimización y, con ello, de sistematización.

Ante la amenaza del exterminio, casi cinco mil armenios decidirán hacerse fuerte en las inmediaciones del monte, esperando resistir como sea ante y lo que llegue, incluso creyendo con fervor que se recibirá una ayuda de la Primera Europa, la que lidera la intelectualidad y el humanismo: pero desde Francia y Gran Bretaña no alcanzó a llegar ni un solo movimiento. En este sentido, en lo que para mí representa el punto álgido de la novela, su cumbre maestra, se encuentra el intento del alemán Johannes Lepsius, un misionero protestante que busca interceder por el pueblo armenio frente al ministro turco de la guerra Enver Pasha, de forma desoladora e impotente. Aquí traza Werfel algunas de las mejores páginas de su novela, por no decir que sus retratos de ambos contertulios son, sencillamente, excepcionales. Sólo la maestría de Zweig habría podido recrear así semejante entrevista, y la realidad personal y espiritual de sus personajes.

La narración pivota, además, en un personaje protagonista, el armenio Gabriel Bagadrian, de carácter y formación intelectual de tradición europea, que arrastra un background en su educación humanista europea, lo que hace que presencie los sucesos desde un contrapunto diferente que se añadirá al sufrimiento meramente local. En él, en Bagadrian, podría decirse que se comprende toda la dimensión del abandono de la intelectualidad europea a la causa armenia, que se atisba la quiebra de la razón y la tradición humanista que terminaría por disolverse ante la pasmosa permisividad de, no sólo este genocidio, sino del resto de los genocidios del siglo XX –con el nazi a la cabeza de la quiebra definitiva del concepto de hombre, o de hombre ilustrado, si queremos llamarlo así-.

Confesaba Wefel que fue la visión de unos muchachos desarrapados en Damasco en 1929, presumiblemente armenios que trabajaban en condiciones inhumanas en unos telares, lo que lo inspiró para abordar el asunto y que, después, durante un ciclo de conferencias en Alemania, escogió hablar del capítulo quinto, el de la entrevista entre Enver Pachá y el pastor Lepssius, lo que resulta muy significativo. Asoció la situación inhumana de esos niños armenios al fiasco de la tradición humanista –representado en Lepssius y en la inhumanidad de Pachá-. Esos serán los mimbres que tejan el libro, de un carácter conmovedor que, se dice, fue uno de los textos más leídos durante el terrible gueto de Varsovia, dado que Los cuarenta días del Musa Dagh es un libro sobre el sufrimiento, es martirologio, y tal vez en sus palabras los confinados en el gueto encontraron los ánimos para levantarse como lo hicieron.

Una novela que pudo servir, tal vez, de ejemplo valeroso a aquellos hombres y que, ahora, en estos otros tiempos que corren, desde luego se nos muestra como ejemplo de lo que puede llegar a ser y ofrecer un libro tan brillante como desangrado. Y en ello radica su excelencia y trascendencia.

Una novela que golpea conciencias y corazones, que denuncia matanzas y limpiezas étnicas y genocidios, que demuestra que se necesita seguir teniendo esperanzas en el ser humano, aunque el ser humano ya no tenga las esperanzas puestas en sí mismo, y que, al menos, esas esperanzas, tal vez, podamos colocarlas en la literatura. Una obra maestra.

6 comentarios:

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  2. Hace poco, se trató de llevar la película de la novela a los cines de Hollywood, aunque sólo se consiguió grabar el trailer.
    Para los interesados, visitar nuestro blog :
    http://armeniosenvalencia.blogspot.com/2016/03/los-cuarenta-dias-del-musa-dagh-el.html

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    1. Gracias por la información, y por el enlace al sitio. Un saludo a todos los del blog.

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    2. Gracias por la información, y por el enlace al sitio. Un saludo a todos los del blog.

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  3. El milagro

    Franz Werfel ha escrito la santísima trinidad literaria: Los 40 días del Musa Dagh, La canción de Bernadette y Escuchad la voz.

    "Cada una de las páginas de Los cuarenta días del Musa Dagh nos transmite palpitante, el presagio o la consumación de un milagro tan desgarradoramente sublime, que el impacto que causa en nuestro espíritu ha de quedar en él para siempre, inolvidable como una lección, indeleble como la cicatriz de un sufrimiento que redime".

    Son palabras de la contracubierta del libro, de la edición de José Janés(1948), que explican a la perfección el talento descomunal de este escritor olvidado por la historia, y cuya fuerza y potencia expresiva es comparable a la de un terremoto que partiera en dos el globo terráqueo

    No hay dios.

    Pero...hay Werfel.






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