LA NOVELA COMO ÚLTIMA ESPERANZA
El genocidio armenio, un tema terrible, duro y espinoso, la matanza de estos hombres a manos de los turcos a principios del siglo XX, compone la obra maestra literaria de Franz Werfel. Una novela vibrante y sólida, un monumento a la historia literaturizada, un desarrollo magnífico para narrar unos acontecimientos tan terribles como descarnados. Y todo ello, haciendo gala de un enorme oficio de narrador, controlando los tiempos, los cambios de escena, con ritmo y aliento, con bríos que no desaparecen en su autor, ni en el interés de sus lectores, a lo largo de las 838 páginas de tan extenso trabajo.
Werfel brilla alto
en algunas de sus obras, como la musiliana o törlessiana Reunión de
bachilleres, junto a la La canción de Bernadette y Una letra
femenina azul pálido, todas ellas, en uno u otro sentido, muy
recomendables, abarcando una amplitud de registros que se mueven desde el ya
mentado Musil hasta el polifacético Zweig. Escrita en 1933, Los cuarenta
días del Musa Dagh señala la cota más elevada alcanzada en su literatura, y
consagra a Werfel como un escritor con una de las novelas más importantes del
siglo XX.
El libro aborda la
resistencia de una porción de la comunidad armenia en 1915, refugiada del
exterminio turco alrededor del Monte de Moisés, o Musa Dagh, cerca de
Antioquía. En sus laderas, se defenderán cerca de cinco mil hombres, marcados y
condenados a morir como resultado de la política genocida abanderada por Mehmet
Talaat, ministro turco del Interior, e Ismaíl Enver, ministro de la Guerra, con
la excusa de la Gran Guerra que se había desencadenado en Europa y en virtud de
ciertos intereses geopolíticos de Turquía. Estos asesinatos raciales llevaban
tiempo produciéndose, desde mucho antes, pero la Gran Guerra vino a dotarlos de
una legitimización y, con ello, de sistematización.
Ante la amenaza
del exterminio, casi cinco mil armenios decidirán hacerse fuerte en las
inmediaciones del monte, esperando resistir como sea ante y lo que llegue,
incluso creyendo con fervor que se recibirá una ayuda de la Primera Europa,
la que lidera la intelectualidad y el humanismo: pero desde Francia y Gran
Bretaña no alcanzó a llegar ni un solo movimiento. En este sentido, en lo que
para mí representa el punto álgido de la novela, su cumbre maestra, se
encuentra el intento del alemán Johannes Lepsius, un misionero protestante que
busca interceder por el pueblo armenio frente al ministro turco de la guerra
Enver Pasha, de forma desoladora e impotente. Aquí traza Werfel algunas de las
mejores páginas de su novela, por no decir que sus retratos de ambos
contertulios son, sencillamente, excepcionales. Sólo la maestría de Zweig
habría podido recrear así semejante entrevista, y la realidad personal y
espiritual de sus personajes.
La narración
pivota, además, en un personaje protagonista, el armenio Gabriel Bagadrian, de
carácter y formación intelectual de tradición europea, que arrastra un background
en su educación humanista europea, lo que hace que presencie los sucesos
desde un contrapunto diferente que se añadirá al sufrimiento meramente local.
En él, en Bagadrian, podría decirse que se comprende toda la dimensión del
abandono de la intelectualidad europea a la causa armenia, que se atisba la
quiebra de la razón y la tradición humanista que terminaría por disolverse ante
la pasmosa permisividad de, no sólo este genocidio, sino del resto de los
genocidios del siglo XX –con el nazi a la cabeza de la quiebra definitiva del
concepto de hombre, o de hombre ilustrado, si queremos llamarlo así-.
Confesaba Wefel que fue la visión de unos
muchachos desarrapados en Damasco en 1929, presumiblemente armenios que
trabajaban en condiciones inhumanas en unos telares, lo que lo inspiró para
abordar el asunto y que, después, durante un ciclo de conferencias en Alemania,
escogió hablar del capítulo quinto, el de la entrevista entre Enver Pachá y el
pastor Lepssius, lo que resulta muy significativo. Asoció la situación inhumana
de esos niños armenios al fiasco de la tradición humanista –representado en
Lepssius y en la inhumanidad de Pachá-. Esos serán los mimbres que tejan el
libro, de un carácter conmovedor que, se dice, fue uno de los textos más leídos
durante el terrible gueto de Varsovia, dado que Los cuarenta días del Musa Dagh es un libro sobre el sufrimiento,
es martirologio, y tal vez en sus palabras los confinados en el gueto encontraron
los ánimos para levantarse como lo hicieron.
Una novela que pudo servir, tal vez, de
ejemplo valeroso a aquellos hombres y que, ahora, en estos otros tiempos que corren, desde luego se nos muestra como ejemplo
de lo que puede llegar a ser y ofrecer un libro tan brillante como desangrado.
Y en ello radica su excelencia y trascendencia.
Una novela que golpea conciencias y corazones,
que denuncia matanzas y limpiezas étnicas y genocidios, que demuestra que se
necesita seguir teniendo esperanzas en el ser humano, aunque el ser humano ya
no tenga las esperanzas puestas en sí mismo, y que, al menos, esas esperanzas,
tal vez, podamos colocarlas en la literatura. Una obra maestra.
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ResponderEliminarHace poco, se trató de llevar la película de la novela a los cines de Hollywood, aunque sólo se consiguió grabar el trailer.
ResponderEliminarPara los interesados, visitar nuestro blog :
http://armeniosenvalencia.blogspot.com/2016/03/los-cuarenta-dias-del-musa-dagh-el.html
Gracias por la información, y por el enlace al sitio. Un saludo a todos los del blog.
EliminarGracias por la información, y por el enlace al sitio. Un saludo a todos los del blog.
EliminarEl milagro
ResponderEliminarFranz Werfel ha escrito la santísima trinidad literaria: Los 40 días del Musa Dagh, La canción de Bernadette y Escuchad la voz.
"Cada una de las páginas de Los cuarenta días del Musa Dagh nos transmite palpitante, el presagio o la consumación de un milagro tan desgarradoramente sublime, que el impacto que causa en nuestro espíritu ha de quedar en él para siempre, inolvidable como una lección, indeleble como la cicatriz de un sufrimiento que redime".
Son palabras de la contracubierta del libro, de la edición de José Janés(1948), que explican a la perfección el talento descomunal de este escritor olvidado por la historia, y cuya fuerza y potencia expresiva es comparable a la de un terremoto que partiera en dos el globo terráqueo
No hay dios.
Pero...hay Werfel.
Gracias por el aporte!
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