*Esta reseña critica apareció en achtungmag.com:
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Diccionario universal de la infamia
El
escritor albanés Bashkim Shehu firma
en Angelus
Novus (Siruela) uno de sus
libros más personales y complejos. Es, por encima de todo, un trabajo de gran
calado, quizás porque no se puede, o no se debe, afrontar a la ligera un
material narrativo como el del sufrimiento humano. Es posible que este tipo de
asuntos necesiten de la Gran Literatura, Shehu
así lo ha entendido, y lo ha llevado a la práctica con un texto de profundidad
filosófica y muchas virtudes literarias.
Durante
más de 40 años, el tirano de Albania, Enver Hoxha, dominó el país con mano de hierro y lo sometió a la
más profunda de las infamias: asesinatos, represión, crímenes…, que sumieron a
la población en un estado de pavor dejando al país aislado de la comunidad
internacional.
Fue
el cuentista argentino Jorge Luis Borges
quién publicó en 1935 un conjunto de relatos titulado Historia universal de la infamia (Alianza). En la Albania de Hoxha se dio tanta crueldad y
vergüenza que se podría elaborar una historia particular —y albanesa— de la
infamia. El libro de Bashkim Shehu
es uno de esos tomos que deben, obligatoriamente, integrarse en esa gran
enciclopedia que buscaría ilustrar el crimen llevado a cabo por los dirigentes
del Partido del Trabajo de Albania y,
por extensión, también de otros tiranos que han asolado la historia de Europa. Repasemos algunos aspectos del
libro:
A de Albania: ¿Pero
existe la literatura albanesa? A esta pregunta ya respondí en esta misma
revista online, en el artículo Escritores
de Albania: Literatura en el País de las Águilas. Puedes consultarlo aquí,
donde, por cierto, ya dediqué unos párrafos a este Angelus Novus que ahora
nos ocupa:
Así
que, en efecto, la literatura albanesa existe, y es una literatura potente y
jugosa, con algunos autores que se cuentan entre los mejores del continente: Ismaíl Kadaré, Fatos Kongoli…, sin obviar que uno de los grandes pilares de la
producción literaria de Albania es
la poesía. El país ha alumbrado a algunos poetas prodigiosos, como el
recientemente fallecido Dritëro Agolli,
o Fatos Arapi, Xevahir Spahiu, Agron Trufa
y Mimoza Ahmeti, por sólo referirme
a los contemporáneos, porque si echamos la mirada atrás nos encontramos con un
excelso panorama lírico que ni las décadas de dictadura han podido anular: Esad Mekuli, Migjeni o Naim Frashëri,
entre otros muchos.
Albania es algo más que
aquella frase escuchada en un capítulo de los Simpsons, en donde se afirmaba que su principal producto exportable
era su pensamiento político. Y mucho más que un país plagadito de búnkeres
abandonados de cuando la paranoia del tirano Enver Hoxha a una invasión de occidente lo llevó a sembrar el país
de casamatas.
B de Bashkim Shehu:
Y claro, el autor de Angelus Novus es mucho más que un
mero novelista albanés, desde luego, y es muy importante poder trazar su camino
vital para comprender un poco mejor esta novela. Bashkim es hijo de Mehmet
Shehu, político que estaba destinado a suceder a Enver Hoxha, y que fue víctima de un crimen de Estado en diciembre de 1981. Su caída arrastró a toda su
familia y Bashkim pasó una larga
temporada en la cárcel. Después, encontró refugio literario e intelectual en Barcelona.
Sobre
la caída en desgracia de Mehmet Shehu
se ha escrito una novela excelente: El Sucesor (Alianza Editorial), cuyo autor es Ismaíl Kadaré. Puedes consultar una reseña crítica de esta obra en
mi blog En la Kadaria, sitio online sobre obra y crítica dedicado al
novelista Ismaíl Kadaré:
C de Condena: La
novela de Bashkim Shehu es una
autoficción biográfica en donde se trata de reconstruir, a golpe de recuerdos,
la vida de Mark Gjoka, o Mark Shpendi, el preso de los dos
nombres. Ambos cumplen condena en el penal albanés de Burrel, y los motivos que
los han llevado allí son políticos. Shehu
es el hijo del ministro caído en desgracia y paga, en parte, los crímenes del
padre. Entre ellos, una retahíla de absurdas acusaciones, como la de que el
Ministro era un poliagente al
servicio de innumerables potencias extranjeras, cargos que ahora se prolongan
en el castigo extensivo a la familia.
El
castigo y la condena son dos resortes que articulan la vida en la Albania de Hoxha. Todo el mundo es culpable de algo. En el caso de Gjioka/Shpendi, su pecado fue un
intento de huida del país: 20 años de condena. Después, ya en la cárcel,
recibió una nueva pena, e incluso, se le aumentó con una tercera.
Este
proceso, que estigmatizaba al preso catalogándolo como preso R, era una práctica habitual en el sistema carcelario
comunista. Como ocurría en el exterior, donde casi cualquier comportamiento podría
hacerte dar en la cárcel, en el interior se reproducía la arbitrariedad del
castigo, aumentando las condenas de los prisioneros sin razón alguna.
Testimonios de este funcionamiento los hay a miles, y cito a vuela pluma
autores como Solzhenitsin o Varlam Shalamov, que lo reflejan en sus
escritos.
Aparte
de minar la resistencia del preso —que cuando más cerca se encuentra de su
liberación retorna a la casilla de inicio en una especie de juego de la oca
cruel—, esta ignominiosa aplicación del concepto de Justicia sublima el
espíritu kafkiano de la culpa y la condena, exacerbando aquellas palabras que
dan arranque a la novela El proceso (Alianza):
“Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido”.
Esta
situación, claramente dirigida a socavar la voluntad de los prisioneros para
hacerlos manejables, devengaba en lo que Shehu
califica como:
“la neurosis carcelaria, la crisis depresiva o la negra desesperación”.
Un
estado de angustia que solía conducir a repetidos intentos de suicidio. De hecho, Gjioka/Shpendi intenta quitarse la
vida, pero fracasa. Y desde ese acontecimiento, Bashkim Shehu revive el período pasado con él, las circunstancias
de ambos, en una reflexión sobre el tiempo carcelario, las culpas y los
castigos de un sistema pendenciero y cruel, y el intento de llevar a cabo una huida intelectual de entre los muros de
la prisión.
En
cierto modo, además, la novela es un ajuste de cuentas del autor con el
Régimen, como si al recordar la historia de Gjioka/Shpendi llevase a cabo una cierta venganza. No en vano, la
historia se pone en movimiento gracias a esta afirmación de Flaubert que el autor quiere cumplir:
“Cuando escribas la biografía de un amigo, debes hacerlo como si te estuvieras vengando en su lugar”.
D de Doble: La
complejidad, enorme, de esta novela, radica en buena parte en el juego de espejos propuesto por el
autor. Desde el doble nombre de Gjioka/Shpendi,
pasando por la proyección externa-interna de las vidas en libertad contrapuesta
a las vidas en la cárcel, además de la presencia permanente de la figura del
escritor Walter Benjamin, un
referente que hace las veces de espejo sobre el que se reflejan los personajes
del libro.
Los
deseos de huida de los presos son los mismos anhelos que los de Benjamin intentando escapar de la Europa nazificada; los intentos de
suicidio encuentran réplica en el suicidio consumado que llevó a cabo en Port Bou; el pensamiento filosófico es
una réplica del ideario de Benjamin
en relación a la Historia y a sus circunstancias; la cárcel comunista reproduce
la cárcel de la Europa nazi. El juego no acaba aquí, los espejos se
multiplican, se reproducen unos en otros, aportando una riqueza y una
complejidad que dotan de relieve a la novela.
E de Enver Hoxha: Para
bien, o para mal, la presencia del tirano fue un deus ex machina en la vida de los Shehu. Primero, tomando a su padre Mehmet como su sucesor, y llevándolo hasta la cumbre de la vida
política albanesa. Después, cubriéndolo de acusaciones infundadas y
asesinándolo en un crimen que el Estado se esforzó en disimular con los ropajes
de un suicidio más que dudoso y, además, barriendo toda presencia de su
familia. Aquello sumió a Albania en
una de las peores crisis, desencadenó el pavor, las purgas, activó los resortes
punitivos, y amontonó a las víctimas, los acusados y los procesados.
F de Fronteras: En
un régimen totalitario como el de Albania,
la compartimentación del pensamiento, de las personas, de los lugares, era un
recurso obligado a la hora de poder controlar a la población. Por eso, esta
novela trata de la batalla de los hombres libres contra las fronteras, tanto
geográficas como intelectuales. Walter
Benjamin tropezó con una de las últimas fronteras que lo separaban de la
libertad. Acosado en una fonda de Port
Bou, temeroso de que las autoridades españolas lo devolvieran a las
autoridades alemanas, olvidó su anhelo de alcanzar los Estados Unidos, para sentirse libre, e inmortal, a través del
suicidio.
La
frontera que detuvo a Gjioka/Shpendi en
su fuga de Albania, o los muros del
penal, reproducen un laberinto fractal
de compartimentos que buscan encerrar al hombre en la nuez del sistema
represivo. Angelus Novus no es tanto un libro de fronteras, sino de cómo
evitarlas incluso sin moverse del sitio: con el mero pensamiento. El pensamiento
como resistencia al Régimen. Al final, el pensamiento es la frontera que divide
la vida de la muerte.
G de GULAG: El
aparato represivo de Hoxha puso en
pie una serie de penales que eran como islotes en donde vivían aislados los
prisioneros durante décadas. En eso, se asemejaba al Archipiélago GULAG que inmortalizó Solzhenitsin al referirse al entramado de campos concentracionarios
estalinistas. Solo que aquí, se trata de un islote GULAG. Shehu establece
una correspondencia entre la Dirección de
los Destacamentos de Reeducación y Prisiones albanesa y la Glavnoe Upravlenie Lagery soviética.
H de Huida: La
huida de Walter Benjamin de una Europa asolada es el paradigma de la
huida universal. Una huida que lo deja todo atrás, incluso la identidad. Una
huida que, al final, pretende ser un escape de sí mismo y que no puede sino
culminarse con el suicidio, acto supremo de evasión.
I de Ismaíl Kadaré: El
más grande autor albanés, y uno de los más importantes de la narrativa europea
actual, está siempre presente, de una u otra forma, en el libro de Shehu. Primero, en los paratextos, dado que una cita suya
elegida por la editorial aparece en la contraportada. En ella defiende la “rara originalidad” del libro de Shehu, y se felicita por que haya
encontrado una nueva forma literaria para denunciar las atrocidades de la época
comunista.
Además,
el recuerdo y la presencia de Kadaré en
el texto es persistente: nadie como él para hablar de intentos de huida (ya sea
exterior o interior) de la tiranía. Ninguno como él a la hora de poner negro
sobre blanco las perversiones de Hoxha
y de los suyos. Un camino abierto que luego han sabido seguir, de forma
espléndida, autores como Fatos Kongoli o el propio Shehu.
J de Jaque: Una
de las formas más habituales de domeñar el tiempo carcelario es jugando al
ajedrez, un juego que, además, permite una serie de reflexiones sobre el
totalitarismo. Una tradición que utilizó Benjamin
en una alegoría para ilustrar la lucha de clases, y Stefan Zweig para denunciar el control mental, y brutal, del
nazismo en Historia de Ajedrez (El
Acantilado). Para Shehu, además,
detrás del juego se encuentra un atisbo mortal, porque el ajedrez siempre convoca
a la muerte en cuanto desafío al tiempo y al espacio.
K de Klee: Será
un dibujo del pintor suizo, el denominado Angelus
Novus, el que sirva a Benjamin para
formular su alegoría sobre el Ángel de
la Historia. Y ese mismo dibujo cumple su función de ligazón para la
novela. El Ángel de la Historia
activa el juego de espejos entre los presos albaneses y Walter Benjamin, moviliza el libro en una dirección: la reflexión
sobre las paradojas del Estado,
sobre el miedo a sus enemigos, sobre cómo actúa la Historia de forma arbitraria
y cruel, dejando ruinas y desolación a su paso. Es la Historia entendida como
una cadena de catástrofes.
L de Leibniz: Concretamente
la mónadas de Leibniz. Un ejemplo
del carácter filosófico de la novela:
“El penal de Burrel, con sus celdas separadas como una serie de mundos paralelos, no menos aisladas y lejos unas de otras que el propio penal del resto del universo, él lo imaginaba como un imago mundi, comparándolo unas veces con la multiplicidad de mundos según Demócrito y otras con las mónadas de Leibniz, universo encerrado en sí mismo, pero en el que cada una, en su parte oscura, o inconsciente en sentido leibnziano, como en un espejo invisible, reflejaba todas las demás mónadas”.
Un
concepto recursivo y fractal que
ilustra la proyección interna-externa del libro, que abarca desde lo más
profundo del pensamiento de los presos hasta el aislamiento global del propio
país. En un equilibrio cuántico (si tal equilibrio fuera posible), Shehu coloca en una puesta en abismo al individuo en el
centro del sistema penal, y lo expande repetidas veces hasta la enormidad de la
isla GULAG albanesa.
M de Mehmet Shehu: El
padre de Bashkim Shehu, como ya he
comentado, es el culpable de que esta novela exista. Su liquidación fue motivo
de una gran conmoción en Albania.
Pero que fuera víctima de una purga, de un crimen de Estado, no puede hacernos
obviar que Shehu, como Primer
Ministro del país y mano derecha de
Hoxha, era partidario de la línea dura, que ya había practicado durante su
posición como Ministro del Interior. Desde su cargo, contralaba a la Sigurimi, la temible policía sereta del
régimen. Esto significa que, para ostentar semejante poder, y postularse como
sucesor del Líder, su política represiva y violenta era acorde con los delirios
criminales de Hoxha.
Mehmet Shehu
fue víctima de un juego criminal llevado a cabo entre criminales. Puede que
fuera porque presumió de su nueva casa frente al Líder, algo que yo no me
termino de creer, o porque su hijo mayor fuera a contraer un matrimonio con una
mujer de familia poco afín con el régimen, y no autorizado por Hoxha, o tal vez por otros oscuros
motivos, pero todo el peso del sistema gansteril que representaba el Ministro
se revolvió contra él y lo pagó con la vida.
La
venganza prolongada sobre la familia inocente es una costumbre que viene de
lejos: ya en el Imperio romano se liquidaba a la prole del César depuesto, y los nazis limpiaban la descendencia y
ascendencia del traidor a la patria basándose en que era una sangre contaminada
que era necesario purificar.
Shehu
cumplió las órdenes de Hoxha e
impuso una represión muy intensa sobre la disidencia, en particular con todo lo
que venía desde Yugoslavia (país del
que luego, paradójicamente, fue acusado de ser un espía).
N de Nombres: Es
la necesidad de nombrar, para que nunca se olvide la infamia, uno de los
recursos fundamentales para activar el recuerdo. Los nombres desencadenan un
proceso de recuperación de la memoria. De ahí la importancia de repetir, casi
como en un mantra, Gjioka/Shpendi o Walter Benjamin. Shehu sucumbe así a la imperiosa necesidad de dar
testimonio y de pronunciar algunos de aquellos nombres para que permanezcan
recordados, esa forma de no olvidar la barbarie. Y qué mejor solución que la de
grabarlos a fuego en el interior de su literatura porque, de allí, jamás podrán
ser ya borrados. En sus páginas, los ha resucitado.
El objetivo regenerador de la literatura se ha
cumplido, porque manteniéndose la literatura viva se mantienen vivos a los
demás. De esta forma, en la novela de Shehu, mediante esa resurrección literaria, se aúnan los
términos catarsis y conjura, lo que nos lleva a esa eterna
función depuradora de la literatura.
Al desempeñar su papel social y espiritual,
el escritor está revelando a los ojos de los lectores cómo ha sido el mal y,
con ello, en cierto modo, reparándolo retroactivamente. Es necesario saber lo
que ha ocurrido, y hay que interpelarse acerca de quienes lo permitieron o de
quienes lo llevaron a cabo. Estas preguntas tienen un
efecto catártico en los lectores, tal y como admite el escritor Julio Cortázar que le ocurre cuando
lee los poemas de Juan Gelman, y así
lo manifiesta en su célebre prólogo —titulado Contra las telarañas de la costumbre—porque:
“Hay poemas que son solamente preguntas (...) Cuando Juan pregunta se diría que nos está incitando a volvernos más lúcidamente hacia el pasado para después ser más lúcidos hacia el futuro”.
Esto es exactamente lo que nos
ocurre con el libro de Shehu, que
además podemos encadenar con ese movimiento de cuello del Ángel de la Historia: se
produce, así, toda una revelación y los poemas, las novelas, la escritura, la
literatura, se ha convertido, ahora, en una cuestión de responsabilidad
colectiva. Ya no se puede mirar a otro lado, ya basta de eso: el escritor es
responsable, él no desvía la mirada y hace que nosotros, sus lectores, tampoco
lo hagamos. Esa responsabilidad colectiva literaria convierte al hombre en objetivo
y preocupación del hombre, y posibilita la elaboración de novelas en tiempos de
resistencia como las que llevan a cabo Ismaíl
Kadaré o Bashkim Shehu.
La función
de nombrar a los muertos, a los prisioneros, a los represaliados para, así,
repararlos, es muy similar a la que cumple el personaje de Joshepine en la obra de teatro Litoral (KRK ediciones) de Wadji
Mouamad: en ella, la mujer arrastra la carga de enormes listines
telefónicos con los nombres de familias enteras que han desaparecido por la
guerra, masacradas, y que si ella no los memoriza nadie los recordaría jamás (y
una vez memorizados consigue deshacerse de los listines arrojándolos al fondo
de un mar extraordinariamente metafórico en el contexto de la obra). De aquí, la
importancia que tiene para Shehu
repetir el doble nombre de
Gjioka/Shpendi
o el de Walter Benjamin. Mentarlos ya es un cierto tipo de salvación.
Ñ contenida en España: Ha
sido en España en donde Bashkim Shehu ha encontrado,
finalmente, refugio. Después de una condena de ocho años, fue liberado en 1991
y tras unos años entre Budapest y un
intento de regreso a Tirana,
finalmente se exilió en Barcelona,
donde fue acogido por el Parlamento Internacional de Escritores dentro de su
programa de Ciudades Refugio. Shehu
obtuvo la nacionalidad española y desde entonces, aparte de su tarea como
novelsita, se ha dedicado a la traducción al albanés de autores catalanes y
castellanos.
O de Onírico: Dentro
de un recinto tan limitado, de libertades constreñidas, los sueños serán una de
las válvulas primordiales de escape para los condenados. De esa forma, la
novela Angelus Novus aparece repleta de ensoñaciones y retazos de
sueños, circunstancia especialmente acicateada por el carácter onírico de
muchas de las leyendas y tradiciones albanesas, que coquetean habitualmente con
la delicada línea que separa el terreno de la vigilia y del sueño, y de las que
Bashkim Shehu no puede evitar
hacerse eco para instalarse en esa tradición.
P de Penal de Burrel: El
penal de Burrel es uno de los escenarios principales en donde transcurre la
acción (o quizás debería decir la inacción) de la novela. Concebido como
prisión ya en 1937, durante el reinado del rey
Zog, no se llevó a término hasta 1939. Entendido como un lugar de reclusión
de máxima seguridad, durante el mandato de Hoxha
se destinó, fundamentalmente, a la reclusión de prisioneros políticos, que
fueron torturados y maltratados sistemáticamente. Los más altos mandatarios
caídos en desgracia solían dar con sus huesos en esta cárcel, así como
intelectuales. El escritor Fatos Lubonja,
por ejemplo, fue uno de los internos. Tras un tiempo de cierre, el penal volvió
a ser reabierto, estando en funcionamiento en la actualidad.
Q de Quántico: En
efecto, con la letra Q, tal y como
el crítico y estudioso Manuel García
Viñó denominaba a este tipo de novela en sus trabajos sobre Literatura Quántica. Ya he ido
ilustrando a lo largo de este artículo algunos de los aspectos que hacen de Angelus
Novus una novela quántica,
tales como el marcado elemento de la recursividad, de la fractalidad, de las
puestas en abismo, del juego de espejos, de la estructura laberíntica, del
tratamiento del espacio y del tiempo en un cronotopo ciertamente quántico, con mundos paralelos y
posibles, todos conviviendo a la vez, y líneas temporales coincidentes, así
como saltos (abundancia de prolepsis y analepsis) y un tratamiento particular
del tiempo carcelario mezclado con el tiempo mental.
Todo
ello convierte a esta novela en un libro
quántico, porque quizás no existe otra forma para enfrentarse a la historia
que Bashkim Shehu pretende contar, o
tal vez porque el mismo Ángel de la
Historia, en su escorzo que abarca diferentes tiempos a la par, ya sea quántico de por sí.
R de Reincidente: No
sólo se califica de reincidentes a
los prisioneros a los que se les incrementa la condena de forma arbitraria. Esa
reincidencia también se alberga en una frustrante repetición de la Historia, de la personal e
infinitesimal, y de la enorme, política y continental. La historia de los
países, en este caso del país, Albania,
se repite con la misma crueldad que resulta insoportable para los presos. No
parece existir una explicación satisfactoria que pueda hacernos comprender la
deriva del sufrimiento humano, que se perpetúa una y otra vez en el tiempo.
S de Siruela: En
su momento, fue Alianza Editorial la
casa que, mediante la creación de una biblioteca
Kadaré, enarboló la publicación de la literatura albanesa en español. Kadaré fue puesto al día, después de
que una parte de sus obras ya habían sido publicadas gracias a la valentía de
un editor, Mario Muchnik, que había
sabido contar con un prodigioso traductor, Ramón
Sánchez Lizarralde.
Ahora,
transcurrido un tiempo, y con el empeño de publicar obras de Kadaré por parte de Alianza completamente desvaído, ha sido
la editorial Siruela la que ha
recogido el relevo de la edición de la literatura albanesa vertida al español.
Así, además de dar luz a un par de ensayos minoritarios y lúcidos del propio Kadaré, se ha convertido en la casa de Fatos Kongoli (con seis novelas
publicadas), y ha sacado este Angelus Novus de Bashkim Shehu. Es deseable que el
intento no se detenga aquí, que tal vez podamos ver algunas de las obras
todavía inéditas de este autor, así como de las que, publicadas en su momento
en español son ahora prácticamente imposibles de encontrar. Y ya puestos a
pedir, que se retome el catalogo pendiente de Kadaré, así como el de otros interesantes escritores albaneses.
Creo que Siruela sería un lugar
magnífico para todos ellos.
T de Traductora: El
fallecimiento de Ramón Sánchez
Lizarralde en 2011 fue un duro golpe para todos los albanistas. Yo, por
entonces, me encontraba terminando mi tesis doctoral sobre Ismaíl Kadaré, y quedé completamente conmocionado por la noticia.
Afortunadamente, tras un lapso de tiempo, María
Roces González, su compañera y heredera de sus derechos de autor, ha
empezado a comandar las nuevas traducciones de Kadaré y, también, de este Angelus Novus de Bashkim Shehu.
U de Universo: Todo
un universo de sufrimiento se alberga entre las tapas del libro. Un universo
sujeto a las leyes de la física cuántica, en donde Albania encierra el dolor en sus cárceles con celdas que son como
ataúdes en donde sufren los prisioneros que concentran su padecimiento en el
interior de sus cerebros. Este concepto total de Universo encerrado sobre sí mismo, desde las celdas al GULAG y viceversa, como la parte
pequeña de un todo mayor, dota de sentido al texto, que se nos aparece, desde
ese punto de vista, como una emanación solidificada de todo el mal que
padecieron aquellos hombres del Penal de Burrell.
V de Vacía: Confesión frente a una tumba vacía
(Península) era sido el único libro,
hasta la fecha, que pude leer de Bashkim
Shehu, y eso sólo después de conseguirlo tras mucho batallar en listados de
librerías de lance y aguardar con paciencia una oportunidad. El libro nos habla
de la peripecia de Shehu por
encontrar la tumba de su padre Mehmet,
y los infructuosos intentos que lleva a cabo. Podría entenderse como una parte
de un díptico que se completase con este Angelus Novus, en donde las acciones
del hijo siempre vienen prefiguradas por esos comportamientos del padre en el
pasado, que se han proyectado en el futuro.
W de Walter Benjamin:
El escritor, filósofo, intelectual y uno de los pensadores más importantes de
la primera mitad del siglo XX, es el verdadero protagonista del texto. O al
menos, lo es al estilo de Virgilio
en la Divina Comedia de Dante.
Shehu escoge el devenir de Benjamin para ilustrarnos su descenso a
los Infiernos albaneses, como Dante se
deja guiar hasta el Purgatorio por el poeta. Si Virgilio es un padre para Dante,
Benjamin es un camarada hermanado en
el sufrimiento para el albanés, que alumbra todo el libro con su luz de faro
fundamentada en su concepto de Historia como una creación alegórica. Ahí radica
el porqué de la aparición de Walter
Benjamin en este complejo texto y su multiplicidad de significados.
X de Xheladin Bey: El otoño de Xheladin Bey (Editorial del Oriente y del Mediterráneo)
es una novela del autor albanés Mitrush
Kuteli, seudónimo tras el que se ocultaba Dhimitër Pasko, uno de los grandes represaliados del régimen de Hoxha. Se trata de un compendio de
relatos fuertemente asentado en la oralidad, una pequeña Mil y una noches albanesas, si se me permite llamarlo así, en donde
la figura del Bey, un hombre
caprichoso y lascivo, representa y encarna lo terrible del régimen comunista.
El componente oral de estos cuentos establece un puente directo con el discurso
de Bashkim Shehu en Angelus
Novus, dado que el principal objetivo de la novela es dar testimonio,
como ya he comentado más arriba, convirtiendo toda esta literatura en un
ejercicio de memoria. Y qué mejor asentamiento para la memoria que la oralidad.
Y de Ymeri: El último viaje de Ago Ymeri (Meteora) es la otra novela de Bashkim Shehu publicada en español y
que he sido incapaz de encontrar. Se trata de una novela sobre los mitos
albaneses, el misterio de sus leyendas y la forma en que estas pueden oponerse
a la tiranía. El texto trabaja la leyenda del retorno del muerto, una presencia
muy habitual en la escatología albanesa. Y es curioso, porque este tipo de
muertos en vida, o de muertos que regresan de la tumba, se asemeja
perfectamente con el estado de los prisioneros políticos de la Albania de Hoxha, con los desterrados, con todo el pueblo condenado al
aislamiento y a una especie de enterramiento ideológico en vida.
Z de Zombi: Abundando
en el planteamiento anterior, el final de
Gjioka/Shpendi en la novela, ciertamente desmemoriado, extraviado en una
habitación, ido, sí que recuerda a un zombi,
a un muerto en vida, a un cadáver que haya transitado por el vudú de la Albania de Enver Hoxha, al igual que el Walter
Benjamin de la novela es, desde el principio, otro integrante de esa legión
de condenados, que acabara topándose con el destino de su muerte en Port Bou, haga lo que haga, y
dejándonos un velo de preguntas y de angustias al alcanzar el término de esta
sobrecogedora e incómoda, tanto como necesaria, Angelus Novus.
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