Título:
Los Cinco y yo
Autor:
Antonio Orejudo
Editorial:
Tusquets
Número
de páginas: 251
Año:
2017
UN ANTONIO OREJUDO BAJO EN CALORÍAS
*Esta reseña ha sido publicada en el sitio Achtungmag.com:
http://www.achtungmag.com/antonio-orejudo-calorias/
Antonio
Orejudo parece haber renunciado en gran parte a lo que ha sido una de las
señales más reconocibles de su literatura: el humor. No era un humor de gruesos
brochazos, sino un humor inteligente y sibilino, un humor disolvente y con una
pizca de mala leche que recorría gozosamente sus novelas. Sin embargo, poco
queda ya de ese rasgo en Los Cinco y yo, su última y
esperadísima novela publicada por Tusquets,
que se muestra como un texto desnaturalizado, bajo en calorías literarias
cuando el autor nos tenía acostumbrados a jugosas cucharadas de caviar
narrativo.
Indudablemente, este cambio en el
enfoque de su trabajo resiente la obra hasta unirla a lo menos brillante de la
producción del escritor madrileño, tal vez junto a la irregular Un
momento de descanso que, no obstante, sí mantenía las señas
identitarias del autor. Los Cinco y yo no es la mejor obra
de Orejudo, algo que en cualquier otro escritor sería sinónimo de fiasco. Afortunadamente, en Orejudo la más
floja de sus obras puede ser tomada como un trabajo de calidad al que muchos
escritores actuales no se acercarán, ni de lejos, en toda su vida. El problema
con creadores de talento, al estilo del músico irlandés Van Morrison, por ejemplo, es que siempre se les exige lo mejor y
nos decepcionamos cuando sólo nos ofrecen un desmayado notable.
Me
resultaría sencillo hacer una crítica afirmando que Los Cinco y yo es una
novela excelente —comparada con la mayoría de lo que se publica actualmente es
bastante posible que eso sea así—, pero hace tiempo que prefiero juzgar el
trabajo de Orejudo en comparación con el resto de su producción, dado que juega
en otra liga, tal es el talento del escritor que nos ocupa. Y en esa
comparación, esta novela no alcanza a situarse entre las mejores.
En efecto, Los Cinco y yo decepciona
un tanto. Entristece el intuir todo lo que esta novela podía albergar y no ha
conseguido desarrollar, y es una pena que la narrativa de Orejudo tome un
camino que, obligatoriamente y como condición de evolución, necesite traicionar
la originalísima y peculiar voz de su autor. Orejudo hace un trabajo de
metaficción en esta obra. No duda en sumergirse a sí mismo como personaje,
junto al escritor Rafael Reig, en
las profundidades del texto, componiendo un collage de autoficción que, sin
embargo, se empacha de modernidad y retórica literaria con un resultado mate.
La obra arranca muy bien, con uno de
esos principios de Orejudo en los que el lector se siente hipnotizado por sus
palabras y las páginas van cayendo en una lectura prodigiosa. Sin embargo, hay
un momento en que el asunto deja de funcionar. Y es cuando se fragua esa mezcla
de la ficción de los personajes de Los
Cinco, los muchachos creados por la escritora Enyd Blyton, que comienzan a desfilar por la novela en comandita
con el devenir del propio Orejudo. Así, los mundos literarios de Los Cinco toman un relieve de realidad
al contarse lo que fue de sus vidas más allá de sus libros, perdidos en
coqueteos con las drogas o el sexo, incluso con una intervención en una guerra,
o sus peripecias enmarañadas en el mundo de los negocios.
Los personajes de Blyton salen de la
infancia y se hacen adultos en las páginas de Orejudo, pero todo resulta algo
forzado, incluso desganado. En muchas ocasiones da la impresión de que Orejudo
escribe con el piloto automático puesto, como por compromiso o por la necesidad
de llenar un determinado número de páginas. En esta obra su narrativa ha
perdido nervio. Y si bien la idea de mezclar las vidas de la pandilla de Los Cinco con las evoluciones del
Orejudo personaje es un recurso que podría funcionar muy bien, al final el
texto le resulta al lector algo que jamás pensaría encontrarse en una obra de
este autor: aburrido. Y quizás este sea el mayor pecado de un escritor que ha
firmado Ventajas de viajar en tren
y Fabulosas narraciones por historias, tal vez dos de las más
divertidas y jocosas novelas de la literatura española.
En otra ocasión, con motivo de su
novela Reconstrucción, Antonio Orejudo montó un artefacto literario
serio y atravesado de metaliteratura, con guiños intelectuales y referenciales,
alumbrando una obra maestra rotunda y contundente: una de las mejores novelas
que se han escrito en este país en décadas. Sin embargo, su segunda aproximación
a este tipo de texto se desvanece a medida que transcurren sus páginas, que son
poco alimenticias, me atrevería a calificarlas como light, ofreciéndole al lector un sucedáneo de Orejudo. Los
Cinco y yo es de lo más decente que se ha publicado este año, pero no
es una de las mejores novelas de su autor.
Lo que ocurre es que Antonio Orejudo es tan bueno que,
incluso su copia más desnaturalizada, ofrece un sabor literario que brilla por
encima de todo lo demás. Pero a quienes hemos degustado la pata negra, nos joroba.
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