jueves, 21 de julio de 2011

El invierno de la rosa -Montserrat Doucet-.





DUREZA DE ROSA AGUDA

Rosa ardiendo de luz ante el invierno, son un par de versos que muy bien resumen el espíritu y la calidad de El Invierno de la Rosa, uno de los mejores libros de Montserrat Doucet. Un poemario generoso (hasta cincuenta y ocho poemas he podido contar) que nos regala los sentidos como si fuera eso: una rosa.
En la obra prima por encima de todo una exquisita delicadeza: en la forma, en las figuras, en los sentimientos, dijérase que el mismo libro es tan frágil como una flor. Pero también tiene momentos duros, incluso algo desalentadores, punzantes como espinas de rosa. Y sangre, unas gotitas, tal vez, derramada por el corazón de la autora que late sin descanso por sus lugares amados: el campo, los paisajes, Aranjuez, los pueblos, el horizonte… porque Tiene el horizonte aspecto de pueblo.
Es todo el libro en sí una rosa, una rosa fresca aunque viva su invierno, una rosa fragante que no oculta, a la vuelta de sus pétalos, de sus versos, toda esa dureza de rosa aguda.
El Invierno de la Rosa se inscribe dentro de la producción del grupo de autores del Taller de Poesía y Narrativa Trascendentalista, grupo que se obstina en devolver la literatura a los lectores y los libros al lugar que se merecen entre el público –y que jamás debieron abandonar para convertirse en literahartura-. Es este Invierno una buena manera de conseguirlo, de que el lector, sin necesidad de ser un avezado degustador de poesía, se reconcilie con un género tan maltratado y que, a través de los sentidos de Montserrat Doucet, descubra que A veces el amor, rompe a patadas la puerta del alma o, como dice más adelante: La memoria es un arco curvándose en la espera.
Su autora nos regala un ramillete de poemas: Reclamación, Los Álamos, Atávico Viajero, Tabanera desde el cielo o Dolor de la luz… las mejores rosas que podemos prender en nuestro ojal, junto al corazón, porque las estrellas son túneles donde gira el alma. Y que no deje de girar…

1 comentario:

  1. Estoy desesperado, busco un corazon para mi pecho vacio. Mis noches
    son frias y oscuras de soledad. Lo entregue a cambio de algunas
    promesas y siento que se perdio por el camino al volver. No se si
    todavia puede latir o ella lo abandono donde encendia su risa hasta
    desenterrar mi sangre. Puedo esperar moribundo, vivir de memoria, usar
    palabras ajenas, desenganchar del alma mis alas y volar al vacio. Sus
    besos en mis labios fueron cayendo con el tiempo y hoy mi boca esta
    vacia. No quiero estas manos de piedra, este corazon de madera y
    palabras de azucar. Quiero la miel que me robaron.

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