CRUELDAD INTOLERABLE
Es La broma, primera novela de Milan Kundera, un texto cruel, una historia devastada, terrible y dura.
Siempre vuelvo a Kundera, y he releído esta su ópera prima con mayor
percepción de todo el odio y la furia que contiene, con esa percepción del odio
y del aborrecimiento con el que, también a mí, me ha dotado el paso del tiempo:
lo mismo que le ocurre a Ludvik, el protagonista, y realmente lo que le sucede
a todos los personajes de este libro y, en general, a todos los personajes de
Kundera en el resto de sus novelas; porque además de una buena novela, La broma se percibe como un ensayo
general de tipos decepcionados y rabiosos, lo que será, finalmente, La insoportable levedad del ser.
Impera la crueldad, campa por todas y cada una de las páginas, de los
párrafos y de las líneas de Kundera, que es un novelista, un retratista de la enorme
crueldad que albergan las relaciones humanas, tan odiosas. La venganza, el
recuerdo y la tiranía de los recuerdos, la justicia y la injusticia, los
sentimientos egoístas que regulan las relaciones entre las personas, esos
sentimientos que las acaban destruyendo, son los materiales que utiliza, se
puede decir que analiza, el novelista. Y la gran broma de la Historia, que lo
preside todo con un tono de burla descarnado.
Una broma a destiempo, en el peor de los tiempos, condena a Ludvik a
una vida terrible: se ha mofado del sistema que impone esa felicidad obligatoria –esa que luego también condenará el novelista
Norman Manea en la Rumania de Ceauşescu- y se ha mofado mentando a Trotski. Algo
tan trivial se convierte en su destino: Ludvik será borrado del Partido
Comunista, despedido de su puesto en la Universidad, integrado en una unidad
militar de renegados como amenaza sociales, obligado a trabajar en las minas…
siempre con la idea de la venganza –una venganza- sobre aquél que con su voto,
su proposición, su brazo elevado, lo eliminó de la sociedad. Y esa venganza
será sexual.
La sexualidad, las relaciones sexuales, la dimensión que toma la
posesión y el coito en sí mismo (otro de los temas recurrentes de Kundera) y la
significación que este acto posee y cómo se integra en la vida de cada uno como
una pieza de un puzle, le permite al autor elaborar toda una serie de variantes
relacionadas con ello: el sexo como condena, como venganza, el sexo redentor,
el sexo como liberación (aunque en este texto, todavía, no se presenta
claramente el asunto sexual como una vía
de escape al totalitarismo al estilo de lo que plantea Esterházy en su Pequeña pornografía húngara).
Es La broma una novela
cruel, brutal, como brutal y cruel es la sociedad de la que emana, el sistema
que forjó hombres brutales y crueles engañados con promesas de paraísos y que
vivían en el infierno. Kundera estira las naturalezas de sus personajes como si
fueran de goma, da alguna vuelta de tuerca ciertamente insostenible,
apuntaladas en esa serendipia, en ese cosmos de casualidades y causalidades que
serán tan recurrentes en sus obras posteriores. Las vidas de los condenados al
odio (no son más que eso los personajes de La
broma, legión de condenados a odiar y odiarse) se entrelazan con guiños más
o menos ocurrentes, algo cansados y forzados a veces, todo ello tamizado de
ciertas reflexiones plomizas sobre la música popular o las tradiciones moravas
que, después, un Kundera mucho más sobrio y certero en sus reflexiones, irá
aliviando y podando en el resto de sus textos.
La broma es el primer ladrillo de una obra, de una construcción literaria que
realizará Kundera, de un monumento a
lo terrible del hombre cuando se comporta como tal: como hombre.
Es, entonces, con salvaje despliegue de odios, resentimientos,
envidias y venganzas, de miserias sexuales y humillaciones, cuando se muestra
en todo su esplendor el hombre y, por supuesto, también el novelista.
La obra es un adelanto de una teoría general de las relaciones humanas que tan sólo resulta aquí apuntada. Un discurso amargo, desengañado, ahíto de venganzas mal acabadas y de frustraciones. Un compendio de humillaciones que refleja toda la bajeza del hombre y la infamia de todo un sistema político e histórico.
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