martes, 23 de octubre de 2018

La familia de Pascual Duarte-Camilo José Cela




*Esta reseña apareció en Mi Nueva Edad:
https://www.minuevaedad.com/actualidad/2018/10/2/el-libro-del-mes-la-familia-de-pascual-duarte/

La importancia de una primera novela

Mentiría si no dijera que por un tiempo no existió para mí otro escritor mejor que Camilo José Cela —de eso fue hace mucho, lo reconozco—. Sin embargo, algo lo cambió todo: el Premio Nobel de 1989. Ese triunfo lo transformó en un monigote de las revistas del corazón, grosero y soberbio que, prácticamente, ya no escribió nada, y lo poco que hizo, fue sin la chispa que le llevó a ganar el Nobel, con un trasfondo de escándalo de plagio que su descomunal carrera no merecía.
Obviamente, eso no fue siempre así. El Nobel fue muy justo gracias a un conjunto de novelas extraordinarias y por algunos libros de viajes imprescindibles para las letras españolas: La familia de Pascual DuarteLa ColmenaMazurca para dos muertos, Cristo versus ArizonaViaje a la Alcarria o Del Miño al Bidasoa, por ejemplo.
De ellos, el libro que hoy recomendamos en Mi Nueva Edad es su primera novela, con todo lo que eso significa para un autor. La primera novela suele ser una obra dubitativa o insegura, tanto que a veces los escritores prefieren ignorar este tipo de debuts cuando ya han cosechado otros éxitos (Delibes y su relación con La sombra del ciprés es alargada es un buen ejemplo, a pesar de que el libro fue premio Nadal en 1947).
La familia de Pascual Duarte no tiene nada de eso: ni dudas ni tembleques, ni indecisiones narrativas. Es, quizás, la mejor novela de Cela, o casi una de las mejores. En el texto, el torrente violento de tremendismo, puesto en pie con frialdad de recursos, hiela el alma del lector y marca un antes y un después en la novela española.
Publicada en la delicada fecha de 1942, nunca ha estado exenta de polémica: se dijo que Cela utilizó enchufes para editarla, pero dejando de lado esos tejemanejes extraliterarios, lo cierto es que el discurso puesto en pie en el libro es un discurso directo, contundente y valiente, especialmente para aquellos momentos en los que mostrar la España de posguerra, sucia y miserable, grotesca y virulenta, incluso repulsiva, era una forma de criticar la sociedad del momento de manera valiente, muy arriesgada. Tanto, que la segunda edición de la novela fue prohibida, aunque no hubo manera de detener su desbocado cauce narrativo. Es uno de los libros españoles más traducidos y con mayor número de ediciones.
El compendio de violencia, de instintos asesinos, desgracias y destrucción, de crímenes ocurridos en un pueblo de Badajoz, no ha envejecido 77 años después de su estreno. Pascual Duarte goza de buena salud, es más, de una salud envidiable gracias a algunos resortes que elevan al libro a esa cualidad de obra maestra.
Sin duda, uno de los grandes aciertos de Cela radica en haber elegido una primera persona protagonista impresionante y perturbadora. Después, supo anclar la narración en ese realismo naturalista al estilo de Zola o de Galdós para combinarlo con lo trágico, convirtiéndose en el libro de referencia del género del tremendismo.
La crudeza, la pulsión destructiva, el escenario de podredumbre, la marginalidad de los personajes y el festival del lenguaje que utiliza el autor, justo, exacto, riguroso, duro, áspero, concreto y contundente, pero repleto de virtuosismo, hacen de este texto un libro extraordinario.
Otros recursos, como la estructura de novela picaresca, el cargado acento confesional de la primera persona del Duarte o la presencia cervantina, no hacen sino mostrar la riqueza de un escritor, Cela, que con su primera novela revolucionó el panorama literario español, y la importancia de un libro imprescindible para cualquier lector de novela en castellano.
De verdad, olvidemos al autor histriónico y mamarracho que nos queda en el recuerdo después del Nobel, y disfrutemos, de nuevo, del genio de su pluma que alumbró aquella primera novela. Así se nos revelará, otra vez, uno de los mejores escritores de la literatura española y una de sus mayores obras.
Nota: aunque en la foto que ilustra esta recomendación hemos utilizado la edición de Seix Barral, recomendamos la de Destino porque no podemos imaginar el Duarte leído en otra editorial que no sea la que publicó y popularizó lo mejor de su obra.

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