PRESENTACIÓN DE LA REVISTA DE
CRÍTICA Y POESÍA CONTEMPORÁNEA CRÁTERA: POESÍA PARA TIEMPOS DESHUMANIZADOS
*Esta reseña ha aparecido en el blog de pensamiento poético Verde Luna en:
https://verdeluna2012.wordpress.com/2017/05/25/presentacion-de-la-revista-de-critica-y-poesia-contemporanea-cratera-poesia-para-tiempos-deshumanizados/
El pasado 21 de abril, envuelto en
las celebraciones del día del libro, se celebró en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Alcalá de Henares algo que podría calificarse como
un acto doblemente heroico: la presentación de Crátera, una nueva revista de poesía, y del libro de haikus La soledad encendida. Doblemente heroico,
en efecto, porque en los tiempos que corren para las humanidades, la
literatura, y no digamos ya para la poesía, demuestra un arrojo rayano con la
inconciencia plantearse la publicación de una “Revista de crítica y poesía
contemporánea”, tal y como se define la publicación. Y no digamos ya, además, hacerlo
coincidir con un libro de coleccionista, una extraña joya artesanal y preñada
de haikus, editada por Ultramarina Cartonera, un extraordinario trabajo al que
dedicaremos una reseña, en esta misma bitácora, más adelante.
Los autores del proyecto Crátera son
tres poetas de largo recorrido: Heberto de Sysmo, sinónimo de José Antonio
Olmedo López-Amor, Gregorio Muelas y Jorge Ortiz Robla. Estos poetas, radicados
en Valencia, quieren prestarle atención, con una periodicidad trimestral, a los
vericuetos de la poesía que se realiza actualmente, y no sólo en su Comunidad
Autónoma, sino en cualquier lugar del mundo. Con esa vocación universalista
nace la revista, y lo demuestra bien pronto: en este primer número se incluye
un apartado de traducción que nos trae la voz de un poeta ruso, Robert Rozhdestvensky,
en la traslación de Natalia Litvinova; de uno rumano, Mircea Petean, a cargo
Elisabeta Botan; del premio Nobel italiano, Eugenio Montale, en un trabajo de
Carlos Vitale, y de la alemana Hilde Domin, adaptada por Gema Estudillo.
Una crátera es una vasija que, preferentemente, se utilizaba para
almacenar una mezcla de agua y vino que se servía en las comidas de la
antigüedad clásica. Con semejante naturaleza, no es de extrañar que esta
revista-damajuana guarde en su interior una combinación poética de alta
graduación en cuanto a la calidad de lo ofertado. En primer lugar, una pléyade
de poetas nacionales de la talla de Siles, Guinda, Veyrat, Azaústre… que además
se agrupan bajo un delicioso epígrafe: Inéditos,
lo que hace aún más atractiva, si cabe, esta selección. Después, La mirada de Basho, un apartado que
continúa la pasión de los directores de la revista por la forma del haiku y en
el que Susana Benet, Ricardo Virtanen y Gorka Arellano exhiben buen hacer y
músculo poético. Además, un llamativo apartado dedicado a la poesía
experimental, con los artefactos visuales de Atilano Sevillano y Rafael Marín.
Como la revista se define “de crítica”,
no permanece ajena a la hora de realizar una serie de lecturas de poemarios en
el apartado de Reseñas, que se
complementan con otras valoraciones algo más breves en el apartado Leído por, y que todas en conjunto
forman un corpus crítico que se culmina en la sección de Investigación con un trabajo de Justo Serna sobre los aforismos de
Juan Ramón Jiménez. Después de este despliegue poético y crítico, la revista Crátera todavía ofrece más, en la forma
de una entrevista a Marcus Versus, escritor y director de una editorial
independiente de poesía. Sin olvidarnos del magnífico dibujo de la cubierta de
la revista, una ilustración que el poeta y grabador Juan Carlos Mestre ha
cedido especialmente para la ocasión.
De igual manera, en la presentación
de la revista también se nos ofreció más: intervino la traductora Elisabeta
Botan, que hizo las veces de maestra de ceremonias, y se nos regaló un
interludio musical que culminó este esfuerzo heroico de un grupo de poetas que
pretende hablar y escribir sobre poesía, sobre humanidades en tiempos
deshumanizados.
Solo resta ya, servir el vino
albergado en el corazón de esta crátera poética y que el aedo comience con el
recital de sus páginas.
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