lunes, 2 de abril de 2018

El meteorólogo-Olivier Rolin (2)



*Esta crítica apareció en Mi Nueva Edad:
https://www.minuevaedad.com/actualidad/2018/4/1/el-libro-del-mes-el-meteorologo/

Título: El meteorólogo
Autor: Olivier Rolin
Editorial: Libros del Asteroide
Número de páginas: 186
Año: 2017

La vergüenza de la genuflexión


Hace un par de años tuve la oportunidad de viajar a Moscú. Si algo llamaba mi atención de aquella ciudad tan excesiva como fascinante era el mausoleo de Lenin. Esa momia, con el extraño juego de luces sobre el rostro acartonado, ejercía una incontrolable atracción sobre mí. No voy a describir ahora muchos detalles de la visita a ese funesto lugar, no es el motivo de esta reseña, cuyo objeto es recomendar a los lectores de Mi Nueva Edad el libro del mes: El meteorólogo, magníficamente publicado por Libros del Asteroide, del autor francés Olivier Rolin.
Pero una cosa me llamó la atención en el mausoleo: la gran cantidad de personas que hacían una reverencia en señal de respeto a la momia (y si, reconozco que yo me cuadré y la hice también, pero solo por tratar de permanecer algo más de tiempo allí dentro, absorbiendo todos los matices de la locura y de la muerte, dado que los ariscos guardianes no permiten que nadie se detenga para una contemplación pasiva). Un grupo de asiáticos, tal vez chinos o coreanos, se arrodillaron frente al cadáver que los contemplaba desde el catafalco, quietecito en su urna.
Lo inquietante se encontraba a la salida del túmulo: de bruces, uno se topa con el busto que señala la tumba de Stalin. Un Stalin que, momificado, compartió lugar junto a Lenin hasta que el XX Congreso del Partido Comunista denunció el culto a la personalidad y comenzó con la “desestalinización”, retirando su momia de allí. Inquietante, desde luego, porque el grupo asiático reverenció sin miramientos —y se prodigó en genuflexiones y saludos, rodilla en tierra incluida— la tumba del mayor criminal del siglo XX. ¿O es que acaso no eran conscientes de ello?
Por ello, es tan necesaria la historia que nos presenta Olivier Rolin. Una historia dura y cruel sobre la implacable e injusta condena que recaerá sobre Alekséi, un inocente meteorólogo de la URSS. A través de ella podemos contemplar con pavor cómo Stalin sumergió a Rusia en una pileta de sangre, cómo masacró sin contemplaciones y según sus caprichos a millones de personas, incluso cómo tergiversó los ideales de ese Lenin momificado transformándolos en el veneno de la dictadura y el terror estatalizado.
Denunciado por un artículo publicado en una revista meteorológica, Alekséi será deportado a un campo de trabajo en el Mar Blanco y, finalmente, cruelmente ejecutado. Durante todo ese tiempo, desde su detención hasta poco antes de su tremenda muerte, guardará una extraña fidelidad al sistema, al comunismo y al propio Stalin. Simplemente, su fe en el Partido y en la utopía era tan poderosa que la única explicación a su desgracia radicaba en que todo fuera un monumental error y que, en el mismo instante en que Stalin lo supiera, le pondría remedio. Lo cierto era que la condena a muerte de Alekséi estaba firmada por el propio Stalin, como las de otros millones de personas. En el bosque de Sandarmoj, en donde fue ejecutado Alekséi, se hallaron diez mil cuerpos en fosas comunes.
El relato de Olivier Rolin se apoya en las cartas que el meteorólogo envió desde el campo de trabajo a su familia, y más en concreto a su hija de cuatro años —a la que no volvería a ver—. A través de esas cartas asistimos al paulatino desmoronamiento de Alekséi, paralelo al colapso del sistema de fraternidad universal de esa Unión Soviética que terminó por traicionarlos a todos. Su final, realmente insoportable en la narración del autor francés, convierte al libro en un documento de primera magnitud, de una importancia determinante a la hora de reparar la memoria y la injusticia cometida con las víctimas. Y arroja luz sobre aquellos que, cegados, todavía le hacen reverencias a la estatua o a la tumba de Stalin.
Es el libro de Rolin uno de los libros más emocionantes que haya leído últimamente, un gran reportaje sobre la represión y el sistema mortal de los criminales que actuaban camuflados en nombre de los ideales de un Partido, comportándose como unos carniceros que, con cada disparo en la nuca, no solo ejecutaban a un semejante, sino que también ajusticiaban los valores de esa Revolución que aseguraban proteger con sus actos infames.
Libros del Asteroide nos ha traído una lectura tan conmovedora como luminosa, por lo que aporta de luz sobre aquel régimen de asesinos. Una lectura perfecta para todos esos que todavía se someten a la vergüenza de la genuflexión y que, quizás, tras leer El meteorólogo ya no se arrodillarán ante Stalin o, al menos, serán conscientes de que al hacerlo comparten sus crímenes. Después, pueden seguir caminando, cámara en mano y como turistas, fotografiando las murallas del Kremlin, pero dejando tras de sí un reguero de sangre.

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