viernes, 24 de junio de 2011

Trilogía de Auschwitz -Primo Levi-.




DANTE EN AUSCHWITZ

Primo Levi, judío italiano, fue deportado al campo de exterminio de Auschwitz en febrero de 1944 y sobrevivió a él, saliendo, moribundo, a mitad del año 45, cuando se liberó el lugar. Su historia, por tanto, nos habla de otro tipo de horror diferente al soportado por Grossman y, siguiendo la inquietud de otros intelectuales que pasaron por semejantes circunstancias –Kertesz, por ejemplo-, se aprestó a dar testimonio aunque sobre él pesaría toda la vida la máxima de Adorno de que después de Auschwitz es imposible hacer poesía; al igual que había resistido mientras estuvo en el campo, se dedicó a resistir a la experiencia y a sus recuerdos, a ser un superviviente por el resto de su vida. “Si Esto es un Hombre”, su primer testimonio, apareció en 1947 sin pena ni gloria. El resto de su obra siguió por los mismos derroteros: La Tregua, Ahora o nunca, El Sistema Periódico, Los Hundidos y los Salvados
Escritor, judío y superviviente de Auschwitz. ¿De qué manera Levi, en sus textos, intentó resistir a la terrible experiencia? Su actitud no fue la de clamar venganza ni la de entonar un humillante perdón. Para él, la salida estaba en la justicia. “No tiendo a perdonar, nunca he perdonado a ninguno de nuestros enemigos de entonces (…) La venganza no me interesa, me convenía que los demás, la gente del oficio, se encargara de los ahorcamientos, obra de justicia”. Creía en la justicia y pensaba dejar a sus profesionales administrarla. Porque, ante el asesinato en masa, el genocidio, el perdón de un solo individuo no valía nada. Pero lo que si era valeroso, extraordinariamente precioso, era dar testimonio, el recuerdo. Y a ellos, a los que se quedaron por el camino, con ese empeño, consagra sus obras.
Esa obsesión por dar voz a los hechos, porque la masacre no caiga en el olvido fue lo que terminó por amargar la propuesta de supervivencia y resistencia de Primo Levi. Demasiado a menudo se encontró, como dice Reyes Mate, que como testigo era “tratado como aguafiestas” tal vez porque, como decía Walter Benjamin “recordar es apropiarse del pasado en el instante de peligro”, y esa obsesión por el recuerdo le ha resultado siempre muy molesta e incómoda a quienes han intentado mirar para otro lado y querer pensar, para tranquilizar sus conciencias, que o nada tuvieron que ver con aquello o que, realmente, nada pudieron hacer para evitarlo.
Primo Levi relata la convicción de los nazis, cargada de soberbia, cuando decían a los prisioneros que nadie saldría vivo para contarlo y que, aunque lo consiguieran, nadie se lo creería. Y dice en su prólogo a Los Hundidos y los Salvados: “De cualquier manera que termine esta guerra, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno de vosotros quedará para dar testimonio de ella, pero incluso si alguno lograra escapar el mundo no lo creería. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones de los historiadores, pero no podrá haber ninguna certidumbre, porque con vosotros serán destruidas las pruebas. Aunque alguna prueba llegase a sobrevivir, la gente dirá que los hechos que contáis son demasiado monstruosos para ser creídos: dirá que son exageraciones de la propaganda aliada, y nos creerá a nosotros que lo negamos todo, no a vosotros. La historia del Lager, seremos nosotros quien la dicte”.
Se tardó en creerlo, ahí los nazis se equivocaron, porque al final se creyó, pero generó molestias; la verdad, sus raspas, se hicieron tan incómodas que supervivientes como Primo Levi acabaron sintiéndose como traidores por haber sobrevivido, como seres molestos que se movían, allí a donde fueran, con la indignidad de los supervivientes. Ese era el pecado. Haber vuelto para contarlo, no haber fallecido para integrar las listas, para ser llorados, recordados de otra manera mucho más higiénica para la culpa: simplemente de una forma fúnebre en la que no pudieran, como los otros seis millones, hablar, acusar, señalar, argumentar el doloroso ¿y que hiciste tu mientras para evitarlo? “Europa no puede pensarse ya de espaldas a esta tragedia” pero lo cierto es que “los lugares están abandonados y los acontecimientos olvidados. Europa no ha aprendido nada”.
Como dice Sebald en relación a lo que representa sobrevivir a la experiencia en los campos “haber sobrevivido significa (…) ser condenado a una existencia fantasmal, porque en su verdadera figura sigue viviendo aún en la ciudad de los muertos. Primo Levi, que estuvo algún tiempo en Auschwitz, describió esa ciudad muy concretamente: Buna se llamaba aquel conglomerado babilónico, donde además de los administradores y técnicos alemanes deambulaban cuarenta mil trabajadores reclutados en los campos de concentración circundantes, que hablaban más de veinte idiomas. En medio de la ciudad se alzaba, como un verdadero monumento, la torre de carburo construida por los esclavos, cuya punta estaba casi siempre rodeada de niebla”.
Sin embargo, lejos de la culpa de unos y de otros, se encuentra el intento de comprender lo sucedido en la obra de Primo Levi. Así, en Si Esto es un Hombre, manifiesta claramente sus dudas ante la posibilidad de aclarar, de una forma racional, lo sucedido: “Quizá no se pueda comprender todo lo que sucedió, o no se deba comprender, porque comprender casi es justificar. Me explico: comprender una proposición o un comportamiento humano significa (incluso etimológicamente) contenerlo, contener al autor, ponerse en su lugar, identificarse con él. Pero ningún hombre normal podrá jamás identificarse con Hitler, Himmler, Goebbels, Eichmann e infinitos otros… No podemos comprenderlo; pero podemos y debemos comprender donde nace, y estar en guardia. Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también”. De forma que para Levi, Auschwitz es incomprensible, estará condenado a luchar toda su vida contra los recuerdos y las vivencias de una monstruosidad incomprensible. Los conocimientos relativos al Holocausto, por muchos que sean, nunca constituyen una explicación suficiente del horror. Aunque tal vez, como concluye Reyes Mate: “decimos que Auschwitz es incomprensible porque no queremos ver a la barbarie como una posibilidad latente de nuestra cultura”.
En Los Hundidos y los Salvados, capitulo central en su tarea de resistencia, Levi descubre una zona denominada como La Zona Gris. Esta zona define a todos los insertados en el sistema de los campos que no eran sencillamente víctimas o verdugos, sino que colaboraban con los guardianes o superiores para asegurarse la supervivencia. No todo era blanco y negro, había grises. Esos grises hacían aún más incomprensible lo sucedido e hicieron a Levi más intolerable su recuerdo. Entre Si esto es un Hombre y Los Hundidos y los Salvados hay una reflexión brutal: Auschwitz no ha servido de nada, la historia de la humanidad sigue su curso. Levi va cayendo, poco a poco en la desesperanza a golpes de actualidad y ya sólo puede reformular el axioma de Adorno: “Después de Auschwitz no se puede escribir poesía que no trate de Auschwitz”.
Fue esa realidad, constatada, tan horrible, que una mañana Levi se dejó caer por el hueco de las escaleras de su casa. Los que quieren creer que nunca dio por doblada su resistencia siguen afirmando que le dio un vahído. Pero otros, intuimos la desoladora verdad, con un Levi derrotado en su exasperante lucha porque, en palabras de Lothar Machtan “Hitler (…) no sólo infecto de forma fatal su mundo, sino también el nuestro, dejando en él su huella perdurable. Se ha creado así un reinicio de la historia para muchos intolerable: “Nuestra mitología moderna empieza con un gigantesco punto negativo: Dios creó el mundo y el ser humano creó Auschwitz”.
Eso resultó del todo intolerable para Levi.

Algo irregular, sobre todo en La tregua, pero soberbio en Si esto es un hombre, comprometido, ajeno a estúpidos maniqueísmos, rendido tributo a Dante, y que aporta ese concepto: la zona gris. Sólido y monolítico como la historia del horror europeo. 

2 comentarios:

  1. Interesante blog literario. ¿La imagen no ayudaría a contrarrestar favorablemente el peso de la letra? Siempre he querido leer a Primo Levi, pero nunca he tenido la decisión final de hacerlo. Saludos.

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  2. ¡Desde luego que ayudaría la imagen!, pero soy incapaz de hacer un blog tan bueno como el tuyo, tan detallado y acabado, y debo consolarme con que al menos aparecen los comentarios, que puedo subir las entradas... soy muy torpe, así que no me queda otra que fiarme de la palabra, que es lo que nos queda. Respecto a Levi, es muy interesante, sobre todo si lo lees en relación con el Infierno de Dante. Si tienes tiempo o ganas no lo dejes pasar. Gracias por tus comentarios. Un saludo.

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