viernes, 27 de enero de 2017

Pálpitos del tren que no vuelve-Maximiano Revilla



DON QUIJOTE EN LA AUTOPISTA
 

Título: Pálpitos del tren que no vuelve

Autor: Maximiano Revilla

Editorial: Vitruvio.

** Reseña publicada originalmente en el blog sobre creación y pensamiento poético, Verde Luna:
https://verdeluna2012.wordpress.com/2017/01/20/palpitos-del-tren-que-no-vuelve/

            Tiene la poesía de Maximiano Revilla algo de quijotesco, un empeño en mostrar las miserias humanas y de la sociedad que nos rodea desde un discurso reflexivo, elaborado con una voz poética que se busca a sí misma, y que señala todos los sinsentidos con los que la modernidad nos atenaza. Por ello recuerda, a veces, al Don Quijote de los discursos de las Armas y las Letras o de la Edad de Oro. Es este poeta quijotesco un loco-cuerdo que todo lo contempla desde su atalaya de observador cotidiano, que convierte sus reflexiones en poemas, y cuyas demoledoras conclusiones han cristalizado en el volumen Pálpitos del tren que no vuelve.

            Un poemario extraño en su hibridismo, repleto de prosa poética, condimentado con aforismos (a los 40 poemas hay que sumar un texto largo y un grupo de 42 aforismos), que obligan al lector a pensar los motivos por los que se le ha congelado la sonrisa con cierto amargor en la boca cuando ha finalizado la lectura: Maximiano ha realizado una radiografía de la sociedad y de la actualidad repleta de una belleza hiriente, recurriendo a poetizar, de una forma demoledora, los sucesos y actos cotidianos de cada día. Así, el verso que aparece ya en el primer poema del libro, “hay también hipotecas que lo complican todo”, nos acerca esa realidad habitual como materia lírica y que el autor maleará desde su original punto de vista.

            Un rápido vistazo a las isotopías que modulan el texto nos arroja una serie de palabras que no sólo definen esta denuncia de la ultra modernidad como materia poética, sino que imbrican el discurso en un ámbito urbano: “la hipoteca”, “trabajar y pagar”, “la familia, el perro y el gato”, “la anorexia”, “despertarse justo a las siete”, “el barrendero”, “el transporte público”, “las paradas de autobús”, “las oficinas”, “el sex-shop”, “los hospitales”, “el supermercado”…

            Maximiano, como Don Quijote, se ha convertido en un poeta de lo social y de lo cotidiano que pasa por el peculiarísimo tamiz de su escritura la realidad que contempla. El resultado es una crítica ácida y desengañada que necesita de una reacción en el lector. “Puedo sentir/ tu respiración cuando lees”, se atreve a manifestar, seguro de que con sus versos no sólo mueve a la belleza, sino que ahonda más allá, consiguiendo epatar al espectador con sus contundentes construcciones líricas. El compendio de reflexiones que son estos poemas es una cosecha de interpretaciones cazadas a vuela pluma en lugares tan prosaicos como un atasco en la autopista, la cola del supermercado, una parada de autobús o la ducha.

            Este casi inabarcable trabajo de lirismo confesional constituye un todo poético como una especie de teoría de la vida, al estilo de un George Perec actualizado, que culmina, sin duda, en la colección de aforismos al final del libro y en donde queda muy claro que a pesar de la amargura que gotea entre las ideas y los textos, “la esperanza en el viento es el viaje de casi todas las soluciones”. Maximiano dylaniano y cercano a las greguerías, como cuando afirma que “la seda del gusano es un mundo con bermudas”.

            Es Pálpitos del tren que no vuelve un ejercicio de originalidad desbocada, repleto de sorprendentes hallazgos que conforman una serie de poemas urbanitas aptos para cualquier momento. Como asegura Maximiano Revilla, “todo poema que se lea en la sala de un dentista, es un buen poema”, y semejante función parece ser la de este poemario: la de ser trasladado en un bolsillo de la chaqueta y vagabundeado por la ciudad que lo inspira, un libro al que podemos recurrir cuando los sinsentidos de la realidad nos dejen perplejos, pero cuidado, porque otra de las singularidades de este poemario se encuentra en este verso: “busca en el verso:/ las preguntas a las respuestas”.

            Somos nosotros quienes, con nuestra propia respiración poética, debemos descubrir qué enigmas nos está desvelando Maximiano Revilla, ocultos bajo un colorido festival lírico de formas asombrosas.


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